viernes, 1 de febrero de 2013

La casa del Jojuan y la Moni


El Jojuan regresó tarde a su casa ese día, la chamba había sido más, y más dura se le había hecho por la preocupación de su jacal.   Ahora ya está otra vez aquí, saludando a sus vecinos de triste vecindad y llega a la puerta de su cuarto, pero antes de entrar se detiene y observa otra vez las cuarteaduras en paredes y pisos, y el techo abierto por donde puede asomarse la luna, el sol, el agua y algún niño vago, cuando quiera.   Allí está la Moni, esperándolo como diario.

Ya cenaron Moni y Jojuan como todos a esa hora en la vecindad lo hacen, y casi en todo México lo hicieron; entonces ella inicia la lógica conversación...

-Oyes Jojuan, me’stuvo diciendo don Jacinto que’l ya arregló su casa y que ‘bíamos de hacer lo mismo nosotros o de plano salirnos de aquí...

El Jojuan se quedó viendo su taza de café recién hechecito y antes de darle un sorbo volteó la vista al cielo a través de su techo.

-¿Y tú qué piensas d’eso, Moni?
-Pos ya ni sé... ya ves: ya estamos en octubre y el temblor fue hace ya diez meses... cualquier día de’stos se nos viene el techo encima, yo crioque.

Jojuan vuelve a tomar un poco de café.

-No tenemos ‘onde ir, Moni, en Infonaví no me quisieron dar la casa que pedí hace años, y con la feria que tenemos no reconstruimos ni una barda de esta casa...

Esta vez es Moni la que guarda silencio.   Pudieron haber avisado que su hogar se había dañado con el sismo, pero si los desalojaban... No, mejor seguir así, a lo mejor más adelante ellos tendrán oportunidad de reparar su vivienda, o salir de ahí con una certeza.

La Moni voltea a ver a su marido y se levanta a preparar la cama, él da el último sorbo a su café y se para también en busca de su despertador.   «Cuando me acueste ya no voy a oír nada, nomás tu tic-tac todo el rato, y después ya ni voy a oír eso tampoco; quién sabe qué voy a oír, depende de lo que sueñe...»

Pero el Jojuan ya no oyó nada.   No oyó su techo caer, ni escuchó el último grito de la Moni... ni siquiera.   Sólo la gente que salió de los demás cuartos para ver qué había sucedido oyó a don Jacinto diciendo:   «Te lo dije, Moni...»